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Lo absurdo de todo esto es que los “malos” de la película son los perros. Hace unos meses los medios mostraron a perros vagos en Antofagasta que atacaban a un niño, lo que ayuda a generar odio desde la gente hacia los animales. Casi como normal aceptamos que gran cantidad de perros circulen por calles, plazas, conjuntos habitacionales, y con todas las implicancias que esto presenta. Todos estos canes buscan algo que comer, beber agua y donde cobijarse, sea del calor o del frío. Son animales que en otro momento alguna persona se entusiasmó con la idea de tenerlo: algunos lo mantuvieron por algún tiempo, más adelante, cuando tuvieron que enfrentarse al cumplimiento de los cuidados básicos que requiere una mascota; otros, optaron por desentenderse de ellas.
Es así, como con el transcurso del tiempo estos animales pasan a ser perros vagos o callejeros, quedando a la deriva, desprotegidos y sin control. Muchos de ellos se enferman drásticamente, no mueren de un día para otro. Por lo visto, se hace necesario que las Sociedades Protectoras de Animales funcionen con voluntad y espíritu de querer manejar con dedicación, seriedad, respeto y cariño; y no sólo ellos sino que en conjunto con una conciencia social de nosotros, los Antofagastinos.
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